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lunes, 31 de marzo de 2014

Jugador le salva la vida a otro jugador en pleno partido 30/03/14 2014

La liga premier de Ukrania vivió un momento ejemplar durante el encuentro Dynamo de Kiev vs Dnipro, corría el minuto 23 de tiempo corrido ,Oleg Gusev cuando tuvo un fuerte choque con el arquero por la búsqueda del balon, choco con la rodilla y quedo inconsciente.


El problema no es la jugada ni si entro bien o mal lo importante es la calidad de persona para enseguida del problema reaccionar y ayudar a alguien, no se trata de encontrar algo malo en esto si no de ver lo bueno.

Mira como este hombre asusta a extraños que divulgan su vida entera en las redes sociales

Imaginas ser abordado en la calle por un extraño al azar, que sabe como te llamas, además de otras cosas personales. Espeluznante, ¿no? Si usas la herramienta “geo-tag” para tus tweets, fotos en Instagram, o mensajes de Facebook te podría pasar a ti fácilmente.

Así lo demuestra el Comediante Jack Vale, que decidió buscar a través de Twitter, Instagram y otras plataformas de medios sociales, a personas que estuvieran cerca de él. Vean el resultado en el siguiente video. El mensaje de esto es que hay que tener cuidado con la información que compartimos y lo más importante, ¡Revisar la configuración de privacidad! no saben lo importante que es.

Los resultados son increíbles, así que piénsalo dos veces antes de usar geo-tag.

domingo, 30 de marzo de 2014

Smile Dog

smiledog
Smile.dog, o “smile.jpg”, es una imagen en que se ve un Husky Siberiano de mirada malvada y escalofriante sonrisa humana, una mano estirada que sale del lado izquierdo, y una habitación a oscuras, apenas iluminada por el flash de la cámara. Dicen que, si ves la original (las que hay son falsas), te dará un ataque epiléptico y el demonio canino te visitará cada noche, exigiendo que lo sigas difundiendo…

La famosa historia

Conocí a Mary E. personalmente en el verano del 2007. Su esposo desde hace quince años, Terence, me consiguió una entrevista con ella, Mary estuvo de acuerdo ya que yo no era ningún molesto periodista que pudiera amenazar la privacidad de su hogar, sino un escritor amateur en busca de datos para una tarea universitaria. Si todo salía bien, yo podía escribir obras de ficción en base a la entrevista.

El día para entrevistar a Mary tuvo lugar un fin de semana en el que pude viajar hasta Chicago; sin embargo, cuando estuve allí, me encontré con que Mary había cambiado de parecer y, presa de un extraño temor, se había recluido en su habitación, aunque afortunadamente su esposo me apoyó y entre ambos permanecimos media hora junto a la puerta de Mary.

Durante los treinta agotadores minutos que Terence y yo estuvimos esperando, tomé notas y él intentó calmar a su esposa, que no dejaba de llorar, darnos excusas, o crear relaciones más o menos incoherentes sobre sus pesadillas con la realidad. “Lo siento, debe comprender que ya no puedo hacer más para ayudarlo”, dijo Terence al cabo de la media hora, y entonces le agradecí y me marché.

En cuanto a mis razones para entrevistar a Mary E., sucedía que ésta era la encargada de un Bulletin Board System en 1992, cuando recientemente llevaba cinco meses de matrimonio con Terence y tuvo la desdicha de encontrarse con la imagen smile.jpg, que cambiaría su vida drásticamente. Contando con ella, 400 fueron las personas que vieron la imagen, publicada como un hipervínculo en el Bulletin Board System que ella dirigía. Las 399 personas restantes que vieron la imagen, no hablaron abiertamente sobre la misma, y hasta se cree que pueden haber muerto: solo Mary E. lo hizo, aunque desgraciadamente calló el día en que fui a buscarla…

Mi interés por smile.jpg se remonta al 2005, cuando empecé a investigar sobre asuntos “oscuros” que sucedían en el ciberespacio, y entonces, en los foros donde se hablaba del tema, Mary aparecía como la víctima más mencionada en aquel extraño asunto, del que tanto se comentaba y especulaba pero sobre el cual casi no existía información, al punto de que muchos pensaban que todo era un hoax.

Curiosamente, y si bien la escasez de información tendía a sembrar la incredulidad, por otra parte, el hecho de que el tema fuera una imagen, daba en cierto modo la oportunidad de creer a quienes quisieran hacerlo; puesto que, si la imagen desataba súbitamente una crisis de ansiedad y epilepsia en quien la viera, entonces las imágenes que habían eran todas imitaciones (suponiendo que fuera verdad lo de la imagen original), ya que ninguna causaba los efectos que debía causar. Así, el tablón de imágenes de 4chan, sobre todo en la zona /x/ de temas paranormales, era uno de tantos lugares en que abundaban los falsos Smile.dog: algunos realmente patéticos, incapaces de hacer temblar al niño más crédulo y cobarde; otros, con un aire macabro, reflejo de un esmerado trabajo.

En Wikipedia, pese a que se da espacio a cosas como hello.jpg y 2 Girls 1 Cup, no se dice una sola palabra sobre smile.jpg, y según se sabe, automáticamente se suprime cualquier entrada que los entusiastas intenten publicar sobre el tema, tabú para la enciclopedia virtual.

Debido en parte a actitudes como la de Wikipedia, los supuestos encuentros con smile.jpg son míticos, legendarios dentro de la web, y la historia de Mary E. es sólo un trozo de la punta del iceberg del fenómeno, en el cual abundan los rumores sin verificar.

Se cree que la imagen habría aparecido durante los 90 en los inicios de Usenet, donde circuló como archivo adjunto de una cadena de correo con la frase-asunto de “¡¡SONRÍE!! ¡DIOS TE AMA!”; también, se rumorea que en el 2002 un hacker llenó los foros de Something Awful (la cuna de Slenderman) con una plaga de imágenes del Smile Dog verdadero, haciendo que casi la mitad de foristas sufran epilepsia y se traumaticen de por vida.

Quienes cuentan que han visto la imagen maldita, dicen que estaban demasiado ocupados para guardar una copia en sus ordenadores, pero todo el mundo sabe que son mentirosos porque… ¿no es demasiada coincidencia que todos los que la vieron estaban demasiado ocupados o no conservan la foto por otros motivos?… Pese a esto, hay concordancia en que lo visto es como un perro, casi de seguro un Husky Siberiano, que está en una habitación oscura, únicamente iluminada por la luz que emite la cámara al instante de capturar lo que tiene en frente. Lo único que se ve de fondo es una mano humana, vacía, descrita como “haciendo un gesto”, y que surge desde la parte sombreada a la izquierda. El perro, o el demonio, o la “cosa” o “entidad” con aspecto de perro, posee una sonrisa amplia y escalofriante, con dos hileras de dientes blanquísimos, alineados, afilados y de aspecto humano…

Los datos descriptivos antes expuestos, no serían teóricamente afirmaciones de los testigos después de ver la imagen, sino más bien un conglomerado de caracteres en que participan tanto el recuerdo posterior a la crisis epiléptica, como la sugestión condicionante dictada por el conocimiento de los relatos de otros testigos.

Sobre los ataques epilépticos, estos suelen continuar indefinidamente, no dándose una única vez, y apareciendo generalmente cuando la víctima duerme, situación que afortunadamente puede frenarse con ciertos medicamentos. En el caso de Mary E., ella no estaba usando un medicamento apropiado, y tras mi visita en el 2007, comencé a mandar mensajes a grupos de noticias, a webs y a correos, todos orientados a temas de folclore y leyendas urbanas. Mi propósito era encontrar una víctima del smile.jpg que estuviese dispuesta a contar sus experiencias. Como nunca me respondieron, terminé olvidando el tema y centrándome en mis ocupaciones de estudiante universitario. No obstante, en los primeros días de marzo del 2008, revisé la bandeja de entrada de mi correo y tenía… ¡un mensaje de Mary E.! Era el siguiente:

Para: jml@****.com

De: marye@****.net

Asunto: La entrevista del verano pasado

Saludos, Sr. L.,

Me siento realmente avergonzada sobre el comportamiento que mostré cuando vino a entrevistarme. Ojalá comprenda que fue mi culpa y no la suya. Me di cuenta muy tarde de que pude ser más civilizada, y espero que usted perdone mi rudeza y falta de colaboración, pues fue el miedo lo que me hizo actuar así.

Verá, durante dieciséis años he tenido pesadillas con el Smile.dog, cada noche… Parece absurdo aunque es la verdad… Hay algo inefable, algo indescriptible en mis pesadillas, algo que las hace peores que cualquier otro sueño que haya tenido. En esas pesadillas, yo no me muevo, no hablo, sólo miro hacia adelante, donde todo cuanto hay es la vil escena de la fotografía… Veo la mano, y ese “perro” que me dice algo…

En realidad no es un perro, no sé bien qué es, pero me dice que me dejará tranquila solamente si hago lo que me dice, y eso que dice es: “difúndelo”. Con esa única palabra expresa su deseo… ¿Cuál es? Quiere que enseñe la imagen…

Inicialmente no entendía cómo podía “difundir” la imagen sin tenerla, pero a la semana siguiente recibí un correo, que contenía un sobre manila, no mostraba la dirección del remitente, y contenía un disquete de 3,5 pulgadas. No creí necesario verificar el contenido: sabía lo que contenía el disquete.

Consideré cuidadosamente mis alternativas: podía dárselo a un desconocido, a un compañero de trabajo, a Terence… Pensar en ello me resultaba repugnante. ¿Qué ocurriría después? Si el Smile.dog cumplía, por fin volvería a dormir en paz. ¿Pero y si era mentira? ¿Qué haría de ser así? La situación podría empeorar si obedecía las órdenes de aquella criatura…

Finalmente decidí no hacer nada, y de ese modo permanecí por todos estos años, aunque escondí el disquete en vez de tirarlo. Cada noche, durante todo este tiempo, el maldito “perro” ha invadido mis sueños para exigirme el cumplimiento de su deseo, y lo he ignorado, pero ha sido una tortura…

Ya no publicaban nada las otras víctimas del Smile.dog que conocí en el Bulletin Board Sustem, y hasta oí que algunas de ellas se suicidaron. Las otras víctimas guardaban silencio, no existía nada de ellas en la web: habían desaparecido por completo, me preocupaban mucho…

Sinceramente le pido perdón, Sr. L., pero cuando usted contactó a mi esposo para la entrevista, yo ya no aguantaba más. Había decidido entregarle el disquete, no me importaba si mentía o no el Smile.dog, sólo quería que todo acabase. Como usted era un desconocido, pensé que no me importaría darle el disquete para ayudarlo, dejándolo todo a su suerte.

No obstante, antes de que tocara la puerta de mi hogar, me percaté de que yo iba a atentar contra su vida. No soporté darme cuenta de que fui capaz de pensar en hacer algo así, e incluso hoy sigo sin soportarlo. Siento vergüenza, Sr. L. Ojalá este mensaje lo convenza de abandonar las investigaciones sobre el Smile.dog, o puede que encuentre alguien más débil que yo, alguien dispuesto a obedecer al “perro”…

Se lo pido encarecidamente: deténgase antes de que sea demasiado tarde.

Sinceramente,

Mary E.”

El mismo mes en que recibí el mensaje de Mary E., Terence me dio la noticia de que su esposa se había suicidado, y que encontró el mensaje que recibí mientras se deshacía de algunas cosas de su esposa, entre estas, de sus cuentas de correo electrónico.

Terence estaba muy deprimido por lo sucedido, y me dijo llorando que siguiera los consejos de su difunta esposa. También me contó que incineró “el maldito disquete” hasta reducirlo a un montón de “apestosas cenizas”; pero, cuando hacía eso, y justo en el momento en que el disquete se estaba derritiendo, escuchó una especie de siseo, como el que hacen ciertos animales, aunque proveniente del disquete…

La verdad es que al comienzo no supe bien cómo actuar. De hecho, creí que todo podía ser una farsa de la pareja para deshacerse de mí, pero posteriormente confirmé la muerte de Mary E. en algunos obituarios de periódicos virtuales de Chicago. En ninguno de esos cyber diarios decía que ella había muerto por suicidio, aunque tampoco se negaba eso. De todas formas, decidí cesar mis indagaciones por un tiempo, no solo por Mary E. sino porque se acercaban mis exámenes finales (en mayo) en la universidad.

Dicen que el mundo tiene formas curiosas de probarnos: en mi caso, casi un año después de la fallida entrevista con la ahora difunta Mary E., recibí este mensaje (se los pongo con la mala ortografía que tenía):

Para: jml@****.com

De: elzahir82@****.com

Asunto: sonrie

Hola

Enkontre tu e-mail en internet tu profile desia ke estabaz interesado en el smiledog. Yo lo vi y no ez tan malo como disen la gente. Te mande una copia. Difúndelo. :)

La última palabra del mail me paralizó; además, había un archivo adjunto de nombre “smile.jpg”… Tras mucho tiempo y pensando que casi seguramente era una farsa, descargué la imagen.

Sí, lo hice, y si acaso era la auténtica, pues en verdad nunca estuve convencido del supuesto poder del smile.jpg. Me asustó lo sucedido con la pobre Mary E., aunque probablemente ella estaba mentalmente trastornada mucho antes de que la imagen del perro llegara a su vida. Y es que: ¿cómo diablos podría una simple imagen causar una maldición? ¿Qué clase de ser tiene tal poder como para entrar en la mente de alguien solo a través del poder del ojo?

Ahora, y si todo es tan absurdo: ¿cómo es que la leyenda ha sobrevivido tanto tiempo?

Si la imagen es verdadera y también lo que se dice de ella, mis sueños serán invadidos por el demonio canino en caso de que me atreva a verla. Me pedirá cada noche que cumpla su voluntad, hasta que ceda: ¿qué será de mí?, ¿acabaré, al igual que Mary, resistiendo estoicamente hasta morir?, ¿aceptaré la voluntad del Smile.dog y lo “difundiré” a cambio de tener paz nuevamente? Si acepto la voluntad del Smile.dog, ¿cómo lo difundiré?, ¿a quién o a quiénes les pasaré la maldición?

Si escribo un artículo sobre smile.jpg como pensaba inicialmente, podría poner la imagen de evidencia, y cualquiera que leyese el artículo y viese la imagen, se afectaría si la leyenda es verdad. Pero, asumiendo que fuese verdadera la imagen que tengo y la leyenda sobre la imagen: ¿pondré tantas vidas en juego para salvarme?, ¿soy capaz de semejante vileza?… Sí, ¡lo soy!

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ORIGEN: La única versión que probablemente sea verdad sobre su origen, es que la imagen surgió el 1 de abril del 2007 (Día de los Inocentes en USA) en los foros de 4chan en Japón, junto con la historia expuesta. Al año siguiente la historia del “smiledog” ya era famosa, en el 2009 cobró aún más importancia, conociéndose bajo el título de “smile.jpg”. Por otro lado, se cuenta que el usuario creador de la historia, a través de un programa robot de Hotmail, dispersó un mensaje en que decía “Sonríe, Dios te ama”, y que tenía por archivo adjunto la imagen del perro…

 ALGUNOS “SMILE DOG”:

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sábado, 29 de marzo de 2014

Lo que ocurrió con Werevertumorro en Youtube


Hace unos dias el bloguero Werevertumorro comenzó a bloquear los vídeos de su canal de YouTube en algo que indicaba que este personaje podría dejar de aparecer en la plataforma.

Durante una entrevista radiofónica el bloguero comentó que a pesar de todo no está cerrado ni a la radio ni a la televisión.

Sin embargo, se dejó claro que la acción de eliminar los vídeos de su canal no tenía nada que ver con la plataforma YouTube, sino con su representante, Javier Talán, quien estaría cobrando por los vídeos de Werevertumorro.

En su canal sólo hay dos videos, uno de ellos titulado “Adiós Werevertumorro” y otro llamado “¿Volveremos…?”.

¿Quién es Javier Talán, el hombre detrás de Werevertumorro?

Las primeras actividades reconocidas de Javier comienzan en 2003 cuando se convierte en CEO de Rancho Studios y 2005 cuando fue Jefe de Operaciones de Exa TV.

Ya para 2009 Talán se convirtió en Miembro Fundador de Rancho Digital, de acuerdo con el blog Youtube-consejos.

En octubre del 2010 Javier ayudó a construir junto con el talento de diversos blogueros más de 25 canales; uno de ellos y el más importante dentro de esa red era el canal de Werevertumorro quien actualmente es una de las estrellas digitales más importantes en México y América Latina, es el canal 20 en el mundo, el canal más visto en YouTube en México y la página de Facebook número uno en el país.

El negocio del videoblog

Al ser Werevertumorro uno de los blogueros más vistos, la constante era la pregunta de sus ingresos por parte de YouTube y, aunque está prohibido dar cifras al respecto, se estimaba que él junto con otros blogueros famosos lograba que YouTube, que desde 2010 mantiene en México su programa de socios, entregara hasta 55% de los ingresos por la publicidad en cada video.

De acuerdo con otros medios existen productores de contenido digital, como Jared Rutter, que ofrecen herramientas de cálculo, se pueden hacer algunas estimaciones y entre ellas se sugirió que  Werevertumorro lograba generar ingresos entre 800,000 y 2.2 millones de dólares.

¿Que opinas acerca de esto? Déjanos tu comentario.

Aquí un vídeo mas explicado.

   

Un hombre pasó años tomando fotos de una pequeña ciudad. Cuando mires más cerca, verás porqué son especiales.

El artista y fotógrafo Michael Paul Smith ha pasado muchas horas fotografiando una ciudad especial muy querida para él.

Las fotos son simples pero muy especiales. Reflejan el encanto de un pueblo pequeño con reminiscencias de décadas pasadas. Si deseas ver más fotos de esta perfecta ciudad americana, visita su web.

El trabajo de Michael es un recordatorio de cómo solían ser las cosas.

La ciudad que fotografía es pintoresca y hermosa. Es como si cada imagen fuera una historia de cómo la vida solía ser en los Estados Unidos.


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Sin embargo, este pueblo esconde algo que lo hace muy especial.
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Este pueblo no es real.
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Michael construye modelos de encargo en miniatura y los elabora meticulosamente con todo lujo de detalles.
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El fotógrafo crea fotos muy realistas de la década de los 60.
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Si no lo supieras, pensarías que se trata de fotos de época de una ciudad estadounidense.
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Y la realidad es bien diferente.
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Comenzó la construcción de estas maquetas por hobbie.
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Nunca se imaginó que sería una “reconstrucción de ensueño” de una ciudad.
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La calidad de las fotografías también es digna de admirar.
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Él crea las escenas y luego utiliza el paisaje circundante para darle realismo a la foto.
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La perspectiva tiene que ser la adecuada.
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Cuida todos los detalles, incluida la iluminación de las casas.
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Todo es una ilusión.
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Sus selfies no forman parte de la serie oficial de las fotos, pero creo que contribuyen al encanto de su obra.
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Si te han gustado estas fotos, puedes compartirlas con los demás.

viernes, 28 de marzo de 2014

El Experimento Ruso del Sueño

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A fines de los años 40, en la Unión Soviética se llevó a cabo un experimento cruel e inhumano, con cinco prisioneros a los cuales se intentó, a base de un gas estimulante, mantener despiertos por 15 días. Llegado el día 15, cada uno de los cuatro supervivientes (uno murió) se había arrancado carne a sí mismo; y, en la locura que los sujetos de prueba mostraban, había algo misterioso y escalofriante.

A fines de los años 40, cuando aún la Unión Soviética era gobernada por el puño de acero de Stalin, un grupo de científicos rusos decidió llevar a cabo un experimento en que, a base de un gas estimulante, se mantendrían despiertos a cinco sujetos por un periodo de quince días.

Primeramente los cinco individuos fueron conducidos a un entorno cerrado a fin de que se pudiese monitorear el empleo de oxígeno, ya que el gas estimulante resultaba letal en elevadas concentraciones. A fin de observar cuidadosamente a los sujetos del experimento, y ya que en ese entonces todavía no existía el sistema de “circuito cerrado” con cámaras de vigilancia, se emplearon micrófonos y unas ventanas con vidrios de 5 pulgadas de espesor. Por otro lado, la habitación del experimento contaba con libros, mantas para dormir cómodamente (aunque sin camas), agua corriente, un baño y provisiones alimenticias que alcanzaban para que todos los cinco sujetos sobreviviesen un mes entero.

Pero… ¿qué habían hecho los sujetos del experimento para estar allí? Estos eran prisioneros políticos y militares enemigos capturados durante la Segunda Guerra Mundial. Stalin había dicho una vez que “la violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la historia” y, en concordancia con esa manera de pensar, miles de individuos habían sido torturados, enviados a trabajos forzados en Siberia, o asesinados con un tiro en la nuca. Pero el destino de estos prisioneros sería aún peor…

Durante los primeros cinco días todo estuvo relativamente bien y pocas eran las quejas, en gran parte porque los habían engañado, prometiéndoles la libertad si se sometían a la sencilla prueba de no dormir por 15 días. Curiosamente y ya en ese breve intervalo inicial de 5 días, los investigadores notaron que, mientras más tiempo pasaba, los sujetos se mostraban más propensos a hablar sobre eventos traumáticos de su pasado.

El primer punto de inflexión vino después de los 5 días iniciales, pues los sujetos comenzaron a quejarse de los hechos que, según ellos, los habían conducido a terminar en el experimento. Sus miradas ya no eran las mismas, sus gestos y actitudes denotaban el inicio de la paranoia. La camaradería de los días pasados se resquebrajó y dio paso a cinco individuos desconfiados, que ya no hablaban entre sí y que murmuraban alternativamente en los micrófonos, tratando de no ser vistos por sus compañeros y evidenciando que pretendían ganarse la confianza de sus captores al traicionar a sus camaradas. En opinión de los científicos, los cambios conductuales de los sujetos eran un efecto del gas y la privación de sueño.

Ya en el noveno día, uno de los sujetos de prueba comenzó a correr como locoe por toda la habitación, gritando y gritando sin parar… Así estuvo unas tres horas, en un espectáculo atroz donde su voz, como consecuencia del desgaste de las cuerdas vocales, estaba cada vez más ronca; además, naturalmente el hombre cayó algunas veces, pero siempre se volvía a levantar, pese a que estaba bañado en sudor y hasta llegó a escupir sangre antes de no poder dar más que gritos ocasionales y, finalmente, caer presa del silencio, ya que sus cuerdas vocales estaban destrozadas… En cuanto a los compañeros del sujeto que gritaba, mostraron inicialmente una escalofriante indiferencia: seguían murmurando en los micrófonos, encerrados en sí mismos. Sin embargo, cuando un segundo sujeto se puso a correr y a gritar como el primero, dos de los tres que no gritaban agarraron algunos libros, les comenzaron a arrancar páginas, defecaron, las cubrieron con sus heces y las empezaron a pegar en las ventanas de la habitación, tras lo cual dejaron de correr los dos que corrían y, el que aún gritaba (el otro ya no podía, se había destrozado las cuerdas vocales), dejó de gritar. También, a raíz de eso nadie volvió a murmurar en los micrófonos.

Tres días después de lo sucedido con las ventanas, los investigadores quisieron revisar los micrófonos a ver si todavía funcionaban; puesto que, desde lo sucedido con las ventanas, no se había escuchado ninguna palabra o ruido en los micrófonos, pese a que el consumo de oxígeno indicaba que los sujetos vivían y, además, era un nivel de consumo propio de quienes realizan ejercicios extenuantes…

Llegado el día 14, la preocupación por el estado de los voluntarios era muy grande y los científicos hicieron algo que inicialmente no pensaban hacer puesto que podía alterar el curso del experimento: trataron de llamar la atención de los sujetos de prueba. Para ese fin, emplearon un intercomunicador que hasta el momento había pasado desapercibido por los cinco prisioneros, quienes en ese momento escucharon una voz fría y autoritaria que les decía: “Abriremos el cuarto para comprobar el estado de los micrófonos. Aléjense de las puertas y acuéstense con las manos atrás en el suelo o se les disparará. A uno de ustedes se le otorgará la libertad si obedecen”. Entonces, desde uno de los micrófonos, una voz dijo, en tono terminante y sin encontrar oposición en otras voces, algo que dejó atónitos a los investigadores: “No queremos ser liberados”

Lo antes descrito suscitó gran debate entre los científicos y los militares responsables del proyecto. Se intentó varias veces y en vano comunicarse de nuevo con los sujetos, pero estos no dijeron palabra alguna ante lo escuchado desde el intercomunicador. Así pues, al anochecer del día 15 se decidió abrir la puerta de la habitación y ver lo que por días cubrieron aquellas páginas arrancadas y llenas de excremento que, como viles trofeos de la miseria humana, tapaban los gruesos cristales del maldito recinto.

Antes de entrar, los investigadores extrajeron el gas de la habitación y empezaron a mandar aire fresco, pero entonces comenzaron a escucharse montones de quejas en los micrófonos. Eran tres voces que, rogando en nombre de sus seres queridos, pedían que volvieran a mandarles más gas estimulante. Sin embargo, el suministro de gas no se repuso y, cuando por fin abrieron la puerta, los sujetos de prueba vociferaron, con excepción del que tenía dañadas las cuerdas vocales (éste fue uno de los cuatro supervivientes), los alaridos más fuertes y espantosos que jamás habían escuchado en toda su vida aquellos aterrorizados soldados. Y es que nada, ni siquiera las balas zumbando en el campo de batalla o los cadáveres regados por las calles de Stalingrado que uno de los presentes había visto: nada se equiparaba al horror dantesco que tenían en frente…

Gran parte de la comida, que habría bastado para los últimos cinco días del suplicio, no había sido tocada en lo más mínimo. Todo el suelo estaba cubierto de una repugnante mezcla de sangre, agua, heces, orina, ya que el hueco de drenaje, que estaba en el centro de la habitación, había sido tapado con trozos de carne de las costillas y pantorrillas del sujeto muerto, cuyo cadáver yacía arrimado en la esquina izquierda del fondo, con la boca abierta, la cabeza ladeada, y la mirada inerte, aunque con un inusual gesto que parecía congelar la experiencia inefable de quien ha alcanzado la escabrosa cima del tormento.

En cuanto a los supervivientes, estaban en tales condiciones que habrían hecho parecer criaturas de aspecto afable a los zombis: se notaba que se habían arrancado pedazos de piel y carne con sus propias manos, ya que las puntas de sus dedos estaban destrozadas, y el hueso estaba expuesto en zonas donde no habrían podido sacar carne con sus propios dientes. Por otra parte, a más de las heridas provocadas por la carne y la piel que se habían arrancado, todos tenían muchas otras lesiones, la mayoría de ellas autoinfligidas. Y en cuanto al daño causado por la carne que se habían arrancado a sí mismos, era algo tan atroz que, debido principalmente a toda la cantidad de músculo intercostal que ya no tenían, podían vérseles los órganos internos, ya que desafortunadamente no habían comprometido suficientemente a sus órganos vitales como para perecer, excepto aquel que ahora reposaba muerto en la esquina, pues le faltaba aproximadamente medio hígado…  Tenían los intestinos expuestos, palpitando por la comida que habían ingerido recientemente, y que no era el atún ni nada que contuvieran las latas en conserva que les dejaron para alimentarse decentemente, sino su propia carne.

Pese a que la mayoría de los soldados que entraron a la habitación o vieron lo que había en ella eran de las Fuerzas Especiales, ninguno quiso volver a entrar, y uno de ellos se puso a llorar como si hubiese visto a su madre cortada en trocitos… En cuanto a los cuatro supervivientes, todos pedían con desesperación que les dieran gas. “¡No quiero dormir, no quiero dormir!”, gritaba uno de ellos con la voz empañada en llanto y desesperación, tal y como quien, ante la amenaza de ser ejecutado, grita histéricamente “¡no quiero morir, no quiero morir!”. Y es que todos querían estar despiertos: esa era su adicción, eso era lo único que importaba. La dignidad, la esperanza, las memorias del pasado, todo se había hundido, el sentido de la vida se había reducido a la persecución desesperada de mantener los ojos abiertos, y el cerebro activo, no ya para pensar la realidad u orientarse en ésta, sino porque, la sensación de vitalidad propia de estar bien despierto, había pasado a tener el valor de la vida misma.

Ahora, y si bien ningún soldado quería regresar, tuvieron que obedecer las órdenes de sus superiores y volver a aquella pequeña sucursal del infierno, donde los cuatro dementes, que sólo querían permanecer en el cuarto para recibir más gas, presentaron la fuerza de auténticos poseídos por el Demonio, mostrándose tan salvajes que un soldado falleció cuando uno de los sujetos de prueba le mordió el cuello tan fuertemente que le abrió la yugular, y otro soldado resultó gravemente herido porque uno de los supervivientes le mordió la arteria femoral y los testículos, con tanta rabia que literalmente se los reventó, los soldados tenían la orden de preservar la vida de los sujetos de prueba así que no pudieron dispararle. Además de estos dos soldados que fueron víctimas por accidente del experimento, cuatro de ellos acabaron suicidándose en las semanas posteriores al nefasto día, sumando cinco los que murieron por causa del experimento sin ser parte del mismo.

Otro caso lamentable fue el de uno de los cuatro sujetos de prueba. El hombre sufrió una hemorragia después de dañarse el bazo cuando intentaba agredir a los soldados; intentaron sedarlo, pero ni siquiera con la dosis de morfina multiplicada por diez se consiguió controlarlo, pues seguía agitándose como un animal salvaje, y hasta logró romperle el brazo y las costillas a uno de los médicos que intentaban ayudarlo. Habiendo roto los amarres y estando fuera de sí, el sujeto fue acorralado en una esquina de la sala médica por los soldados. Nadie se le acercaba, todos se limitaban a impedir que la bestia humana cometiera más destrozos. “¡Máaaaas, máaaaas!”, gritaba el sujeto, con los ojos desorbitados, la cara marcada por arañazos que se había autoinfligido en su desesperación por el gas, y las manos puestas en un ademán de ira, impotencia y súplica. Así permaneció por tres minutos enteros en que su corazón latía al máximo posible: “¡Máaaaas, máaaas!”, se escuchaba por toda la sala, primero como un alarido brutal e intimidante, posteriormente como un grito atenuado, después como un murmullo agónico y vencido, y finalmente como una boca abierta de cuyo fondo no salía otra cosa sino el silencio, triste presagio de la muerte que lo tocó cuando se desplomó de improviso.

En cuanto a los tres supervivientes restantes, a éstos se los pudo inmovilizar y conducir a distintas instalaciones médicas: dos de ellos, aún con las cuerdas vocales intactas, no dejaban de vociferar pidiendo gas… El tercero, que era el más herido de los tres, no pudo ser calmado con morfina, pero usaron un sedante distinto que sí lo inmovilizó, aunque su corazón dejó de latir cuando sus ojos se cerraron; posteriormente, en la autopsia, se determinó que sus niveles de oxígeno en la sangre eran anormalmente altos.

Otro de los sujetos, aquel que tenía destruidas las cuerdas vocales, giraba la cabeza en señal de negación cuando plantearon ponerle gas anestésico para llevarlo a la sala de cirugías. Entonces uno de los médicos sugirió no anestesiarlo, y sorprendentemente el sujeto empezó a mover violentamente la cabeza, en señal afirmativa: era increíble, tanto le importaba estar despierto que prefería aguantar el dolor de la cirugía con tal de no dormirse a causa de la anestesia… Seis largas horas duró la cirugía, dentro de la cual se intentó cubrir los principales daños que el propio sujeto había causado en los órganos de su caja torácica. Según relató una traumatizada enfermera que colaboró con los médicos durante la operación, el paciente sonreía de una manera extraña y enfermiza cada vez que hacía contacto visual con ella. Era como si se complaciera en mostrarle la capacidad que tenía para deleitarse ante su propio tormento, como si eso que le estaban haciendo fuera algo rutinario, algo habitual…

Una vez que la cirugía acabó, el paciente miró al cirujano y empezó a hacer gestos con la boca y las manos, como indicando que quería hablar y que le dieran algo para escribir. Entonces el cirujano tomó un cuadernillo que estaba cerca, y se lo dio junto con un bolígrafo. “SIGUE CORTANDO”, escribió el sujeto, con letras mayúsculas que evidenciaban un pulso tembloroso, producto de un insano estado de alteración emocional.

En cuanto al último de los supervivientes, este fue enviado a la sala de cirugía, donde decidieron operarlo sin anestesia después de ver lo ocurrido con el sujeto antes descrito. En su caso, tuvo que inyectársele un líquido paralizante porque no dejaba de reírse a carcajadas, agitándose tanto que hacía imposible la cirugía sin anestesia. Gracias al líquido paralizante, se lo pudo operar sin anestesia. Lo único que podía mover eran los ojos, y aún en tan pequeño margen de libertad motriz se evidenciaba la locura, el disfrute ante lo que estaban haciéndole…

Una vez que pasaron los efectos del líquido paralizante, el sujeto volvió a pedir gas, y cuando le preguntaron por qué él y sus compañeros se lastimaban y por qué necesitaban tanto el gas, el hombre se limitó a decir en forma lacónica y con tono de absoluto convencimiento en sus palabras: “Debo permanecer despierto”.

Los dos supervivientes finales continuaron siendo atendidos por los médicos; y, cuando los militares que idearon el proyecto aparecieron y vieron que las cosas no habían salido tan bien como se esperaba, les reclamaron fuertemente a los científicos e incluso ordenaron ejecutar con inyección letal a los dos sujetos de prueba que aún vivían. No obstante, antes de que se cumpliese la orden de ejecución, el líder de los militares al mando del proyecto, un ex agente de la KGB, volvió a pensarse la decisión inicial y, viendo potencial en los resultados aparentemente desalentadores, ordenó mantener vivos a los dos supervivientes, a fin de ver qué pasaba si los exponían nuevamente al gas que tanto habían pedido y que hasta el momento se les había negado. Los científicos, traumatizados por su experiencia, se negaron rotundamente y aludieron tanto razones éticas de carácter humanitario, como razones de pura conveniencia personal; aunque, como era de esperarse, el militar impuso su autoridad: “Continúen con el experimento y háganlo bien, si no quieren terminar siendo ustedes los sujetos de prueba”. Nadie osó reír: sabían que para muchos militares soviéticos no representaba nada acabar con una vida humana, e incluso uno de los investigadores, al escuchar las amenazas del comandante, recordó el caso de su primo Yuri, que murió con una bala en el cerebro por negarse a experimentar con un prisionero de guerra nazi.

Una vez que los dos supervivientes se enteraron de que al fin recibirían el gas, mostraron una alegría inmensa. Hasta el momento, se las habían ingeniado para permanecer despiertos: uno de ellos cantaba una canción; el otro, que tenía dañadas las cuerdas vocales, se la pasaba dibujando y, cuando el sueño parecía vencerle, se mordía la boca hasta sangrar… Éste último, el mudo, puso una sonrisa de alucinado cuando se enteró de que le darían gas: una sonrisa amplia, simétrica, “de oreja a oreja”, una sonrisa estática, como si estuviese viendo quién sabe qué maravilla inaccesible a la imaginación común…

Antes de ser reintroducidos en la habitación, a los prisioneros se les colocaron medidores de ondas cerebrales. Sorprendentemente, las ondas se mostraban normales casi todo el tiempo, aunque con breves líneas rectas que después desaparecían, y que eran semejantes a las experimentadas durante la muerte cerebral. El prisionero que podía hablar, al sentir que se adormecía durante cada intervalo de línea recta, entró en desesperación y comenzó a gritar: “¡El gas, rápido, rápido! ¡El gas, el gaaaas, el gaaaas!”. Conteniendo sus ganas de reír, el comandante ordenó que se cerrara la habitación con los dos sujetos de pruebas y con tres de los científicos. Al escuchar la orden, dos de los científicos sospecharon que los dejarían allí adentro por varios días, pero más se inclinaron a pensar que era algo momentáneo y que además los dos sujetos de pruebas no se mostrarían violentos porque tendrían el ansiado gas; sin embargo, el tercer científico recordó una conversación que había escuchado entre uno de los soldados y el comandante, cuando estaba en el baño y nadie sabía que él estaba allí:

―Dígame, capitán, ¿qué le parece si dejo a algunos de los científicos junto a los locos? Quizá también a ellos les guste el gas, ¿no cree? Sobre todo Ivanov, que ha estado mirándome de manera resabiada, no vaya a ser que se le suba el gas a la cabeza e intente matarme, ¡hahahahahahahahaa!

―Si me lo permite, creo que la medida es demasiado severa, mi comandante. Creo que mejor sería mandarlos a Siberia.

―¿A Siberia? Pero si van a estar bien felices con el gas, ¿no ve que el gas es el sentido mismo de la vida? Quien prueba el gas, no quiere ya nada. Imagínese, capitán, una inhaladita y nunca más sufrirá por dinero, por mujeres, por ideales, ¡por nada! Vamos, no me mire así, estoy bromeando, camarada.

“No, no estás bromeando, bastardo”, pensó Ivanov tras recordar la conversación y entonces, antes de que se cerrara la puerta y llegaran tres soldados que el comandante había llamado por radio, reparó en que el soldado escolta (del comandante) había dejado en una silla su revólver, y temblando de ira lo tomó, le disparó al comandante, después le voló la cabeza al prisionero mudo y se puso en una esquina, apuntando al único sujeto de prueba que quedaba y aprovechando que los otros dos científicos habían huido y el soldado escolta también (que era el capitán al cual había escuchado hablar con el comandante), casi seguramente porque no quería matar ni morir, pues si moría dejaría de ser para siempre (era un marxista en toda regla), y si vivía se sentiría aún más culpable por matar a un hombre de ciencia en nombre de un proyecto perverso, cuyos abominables frutos lo habían hecho replantearse su lugar en el mundo desde el día en que abrió esa puerta maldita y vio a esos cinco engendros, que no podían ser llamados “humanos”, “bestias” o “monstruos”, que eran como cinco espejos crueles y a la vez como cinco preguntas: espejos, porque mostraban lo peor que sabemos de nosotros mismos, eso que se refleja en las maldades que les hacemos a nuestros semejantes; preguntas, porque mostraban algo escalofriante, una parte de nosotros que no conocemos, que solo intuimos levemente, que no nos atrevemos a preguntarnos qué es, pero ahora, en esos cinco ex-humanos, se erguía poderoso e imponía, en cualquiera que lo percibiese, la necesidad de preguntarse qué era “eso”…

“¡No me encerrarán con esta cosa! ¡No contigo! ¡¿Qué eres?! ¡Necesito saber!”, dijo el científico de bata blanca, mirando a “eso” que tenía en frente suyo, esperando una respuesta antes de que lo dispararan o lo detuviesen, cosa que increíblemente no había ocurrido aún.

Con una sonrisa demencial y perversa, tal y como si fuera el portador de un secreto prohibido empañado en decadencia, el prisionero miró al techo, volvió a mirar al científico y le dijo con deleite, queriendo perforarle el alma con la negrura de una verdad encarcelada por la cordura: “¿Tan fácilmente te has olvidado de mí? Somos ustedes, somos la locura que está encerrada en todos ustedes. Somos la locura que ruega por libertad en cada momento de sus vidas, desde lo más profundo de sus mentes animales. Somos aquellos de lo que se esconden en sus camas todas las noches. Somos lo que duermen, silencian y paralizan cuando se van a su cielo nocturno, donde nosotros ya no los podemos alcanzar.”

Nadie habló mientras “eso” hablaba a través del prisionero, excepto el científico que sostenía el arma y, sin poder soportar el Evangelio de la Locura, apuntó al corazón de aquel demente y disparó. “Casi…tan…libre”, le escuchó musitar, sin creérselo porque acababa de destrozarle el corazón y allí, en la sala de control, sus compañeros veían que la pantalla de actividad cerebral no mostraba señal alguna de vida. “Eso” que habló ante el asombro de todos había callado por fin, pero solo en los labios del pobre sujeto de pruebas: en las mentes, de los investigadores, de los soldados, del lector de este creepypasta, “eso” seguirá susurrando en cada uno de nosotros, quizá mostrándose en aquellos breves lapsos que algunos de nosotros tenemos, lapsos en que el gobierno de la razón colapsa ante el peso de la realidad, y la locura, siempre más fuerte que las mayores calamidades de la vida, toma el control con voluntad libertadora…

ORIGEN: Antes de señalar el origen concreto de este creepypasta, cabe señalar que constituye una expresión algo exagerada del temor que existe a no dormir, tanto por experiencias muy comunes (casi todos, al menos de entre quienes han pasado por la universidad, saben lo que es no dormir uno o dos días), como por conocimientos científicos sobre el tema, según los cuales la privación prolongada de sueño puede generar: irritabilidad, agresividad, depresión, somnolencia diurna, deficiencias cognitivas (fallos en la memoria, el razonamiento, la percepción, la capacidad de concentrarse), cansancio físico y mental, o incluso, en casos extremos, alucinaciones visuales y auditivas, paranoia, comportamiento maníaco y hasta psicosis… Complementariamente, se sabe de individuos como Randy Gardner, quien en 1965, cuando tenía 17 años y era estudiante de secundaria, permaneció 11 días enteros sin dormir, a fin de cumplir con los requisitos para una feria de ciencias… En cuanto al origen concreto del creepypasta, todo lo que se sabe es que apareció durante el año 2009, en el cual empezó a difundirse a través de cadenas de correo electrónico y foros, siempre presentándose como una historia real, cosa que no resultó difícil de hacer creer al comienzo, ya que, como bien se ha explicado, sí existe un trasfondo de realidad en este creepypasta…

jueves, 27 de marzo de 2014

Versión perversa de Mario 64

hack-maldito-de-mario64
Este hack de Mario 64 surgió en un foro de la Deepweb: se jugaba online, no había forma de descargarlo, y se requería una clave personal. Después (gracias a un hacker) se filtraron vídeos e imágenes del juego, y hasta  fue puesto en ciertos sitios, pero un día todo desapareció (fue el FBI), ya que mostraba grandes atrocidades reales y hacía uso de una fórmula secreta de control mental…

Por favor, llámenme Ismael-123: sé que es solo un pseudónimo, y que es tan absurdo como el hecho de que, la primera vez que conté estos atroces hechos en el ciberespacio, me hice llamar “Samuel Johnson”, advirtiendo, también en aquella ocasión, que era un simple pseudónimo y nada más. No intenten averiguar por qué cambié de pseudónimo. Solo les diré que el “123” de mi nuevo pseudónimo está vinculado a una terrible realidad que desgraciadamente la gente se ha tomado como creepypasta, y que lo he elegido para protegerme, cosa que parece ilógica ya que estoy declarando ser el mismo que antes se hizo llamar “Samuel Johnson”; pero, lo crean o no, la aparente ridiculez es parte del mecanismo de protección. Y pues, ahora contaré de nuevo las mismas cosas, pero con detalles adicionales:

Hace aproximadamente un año y diez meses, apareció una versión hacker de Mario 64, que lógicamente solo podía jugarse en emuladores (no como cartucho en la Nintendo64). Esta versión no estaba disponible en las típicas webs donde puedes descargar hacks poco conocidos o famosos como el Brutal Mario (hack de Super Mario World). Su primera aparición fue en la Deepweb o Internet Profunda, que es el lado de difícil acceso de la red, donde encuentras servicios de sicarios, porno infantil, snuff en vivo, tráfico de órganos, drogas, clubs sadomasoquistas y otras aberraciones que proliferan en ausencia de la ley. Concretamente, el hack fue inicialmente presentado en el foro Bloody Geno-and-Glimer783, ante una pequeña sociedad de hackers que, según me enteré después de contar estas cosas por primera vez (aplíquese lo mismo a todo lo nuevo que agregue), estaba integrada por degenerados que no solo eran maestros de la Programación, sino sádicos que gustaban de torturar animales indefensos y subir los vídeos a la web. De hecho, supe que uno de esos vídeos se filtró y emergió a la web normal (los otros no salieron de la Deepweb): en la filmación, puede verse a un pequeño perro corriendo en llamas, como una bolita de fuego viviente que chilla y se mueve a toda velocidad. Cualquier información que puedan encontrar sobre el vídeo, seguramente es falsa, excepto ésta. Pero bueno, ese vídeo no era nada en comparación con los que no salieron de las sombras virtuales, y que mostraban gatitos que se metían en microondas, o perritos trasquilados que cubrían de miel y entregaban a las hormigas para después hacerles cosas que mejor no relato.

Volviendo al tema, no cualquiera podía ser miembro del mencionado foro, pues serlo era como ser integrante de una sociedad secreta. Los pocos elegidos, recibían una clave personal que debían escribir para ingresar, y que el administrador les entregaba solamente después de saber, de manera comprobada, quiénes eran, dónde vivían y otras cosas más. Nadie podía engañar a Boshi15 (el administrador), era un verdadero genio maldito, y siempre contaba con la ayuda de tres cerebritos que se hacían llamar “grey1”, “grey2” y “grey3”. Ahora solo viven los dos primeros: grey3, que era un malvado torturador de animales al igual que todos los del foro, murió asesinado por sicarios después de que cometiera la estupidez de torturar y matar al perro de un hombre que, según parece, estaba involucrado en expandir los tentáculos de uno de los carteles de droga mexicanos (no he podido averiguar cuál todavía).

Volviendo al hack de Mario64, éste tenía la particularidad de que se jugaba online y era imposible descargarlo (Boshi15 programó todas esas maravillas). Evidentemente, Boshi15 sabía que podían filmar el juego y emplear la grabación como apoyo para conseguir que

le cerrasen el foro los elementos de control legal especializados en el ciberespacio. Claro que eso, casi seguramente, implicaría que uno o más miembros del foro cometieron actos de traición o despiste… En todo caso, en el fondo Boshi15 estaba dispuesto al cierre del foro o a cualquier otra cosa con tal de que su monstruoso juego se disperse y arruine la salud mental de cuantas personas fuese posible. Por otro lado, sabía que lo más probable era que, si algún miembro del foro llegaba a filtrar un vídeo del juego, lo hiciera no con actitud traidora sino en mero afán por dispersar el horror, tomando todas las precauciones para que el foro y sus miembros no fuesen perjudicados; además, todo el secretismo y la seguridad exagerada eran, en cierta manera, un truco de psicología inversa, una carnada para inducir que se haga justamente aquello que pretendía querer evitar con tantas trabas, aunque también eran condiciones creadas intencionalmente a fin de dar vida a una leyenda, que él aspiraba a que viviera por siempre pues, por un lado, creía que nunca se desmentiría en tanto que habrían imágenes y videos regados en el ciberespacio, aunque a su vez no se desmitificaría ya que nadie podría jugar el juego sin acceder al foro, pues jugarlo sería la experiencia de confirmación absoluta pero ello no sería posible debido al código que había creado, y que pensaba que nadie sería capaz de vencer.

Queda sin embargo la pregunta de por qué Boshi15 no deseaba que descargasen el juego. El punto era que, en medio de las secuencias de asesinatos reales y otras barbaries puestas en el juego, había un breve fragmento que mostraba a una jovencita rubia (quizá una prostituta) siendo violada por un tipo disfrazado de Luigi (el overol tenía cierre, con eso baste para que imaginen cómo podía saberse lo que hacía y estar a la vez con ropa…). Al fondo, porque el lugar era una habitación, se veía una computadora en cuya pantalla, borrosamente, se observaba un foro de apariencia semejante Bloody Geno-and-Glimer783. Desde luego que nadie conocía la cara de Boshi15, que la Policía nunca tendría datos para llegar hasta él, y que…como se han de imaginar…sí: el sujeto vestido de Luigi era él. No puedo contarles cómo averigüé esto, y jamás podría demostrarlo, pero créanme que es él, ese sucio bastardo que después, aprovechándose de que la chica era una migrante checoslovaca que no tenía documentos y había caído en el bajo mundo del mercado de carne femenina, la asesinó, se comió su carne, y usó su piel para hacerse (él mismo, en base a vídeos y manuales) un abrigo que tenía grabada a la princesa Peach, ya que se había cargado con esa pobre chica debido a que, según pensaba, se parecía demasiado a la amada de Mario…

El gran error de Boshi15 fue sobreestimarse y pensar que nadie podría escribir un programa capaz de permitir descargar el juego del foro… La persona que hizo esto, al menos en términos generales pues desconozco su identidad concreta a pesar de la descripción detallada que de él se me dio, era un amigo de uno de los integrantes del foro… Un individuo blanco y de pelo castaño y ondulado, obeso, de entre veinte y treinta años, con dos o tres amistades contadas, barba de profeta y cabello largo de hippie, con un metroid grande (la medusa flotante de Metroid Prime) tatuado en la espalda y una adicción atroz a las bebidas energéticas (se tomaba entre 10 y 15 en un día…). Esta cruda versión del Gordo Friki se ganaba la vida hackeando cuentas de Facebook, consiguiendo claves de correos o incluso, cuando necesitaba grandes sumas, robando cuentas bancarias, siempre después de asegurarse de que las víctimas no representaran un peligro considerable. Regresando al asunto, este hacker gordo se decidió a descargar el hack de Mario64 simplemente porque estaba en un periodo de bonanza donde le sobraba el dinero y no sabía qué hacer con todo el tiempo libre que tenía.

Una vez que el hacker gordo consiguió (tras cinco intentos fallidos) construir el programa adecuado, descargó el juego y lo regó por todos los rincones posibles de la DeepWeb, burlándose de Boshi15 e insultando a Kaspersky Lab, pues una vez intentó conseguir trabajo allí y no lo aceptaron debido a ciertas observaciones de los psicólogos que trabajaban en el área de recursos humanos… Todo esto, es decir la presencia del juego en la DeepWeb, duró aproximadamente un mes, dentro del cual se filtraron a la web normal muchos vídeos, y también se dieron varios intentos de subir el juego, todos los cuales fracasaron pues, extrañamente, el juego nunca alcanzaba a sobrevivir un día sin que lo retiren, casi siempre cerrando la web donde fue puesto.

El punto de inflexión, el hecho más misterioso de todo esto, fue que un buen día, cuando el hack maldito y sus vídeos llevaban aproximadamente un mes de presencia en espacios de la red distintos al foro original, todo desapareció, absolutamente todo. Los vídeos, las imágenes, el juego en todos los sitios donde fue subido, incluso en los casos donde se había guardado en servicios de alojamiento de archivos. El material solo sobrevivió en los discos duros de ciertas personas que lo habían descargado y guardado, pues la mayoría de los que hicieron esto fueron descubiertos y, como por arte de magia, se les borró toda la información del pc, y no la volvieron a meter quienes la guardaron en pendrives u otros respaldos, pues al parecer fueron amenazados. Así pues, únicamente preservaron el material quienes lograron proteger su identidad, y estos fueron poquísimos, ya que incluso los otros (que no lograron resguardar su identidad) eran pocos.

Lo anterior parece difícil de creer, pero se piensa que la operación venía gestándose con varios días de anticipación, que se hizo todo en un solo día para asombrar y atemorizar, y que casi seguramente hay una organización muy poderosa detrás de eso.

Actualmente, y esto viene sucediendo desde el día de la operación, ocurre que ocasionalmente alguien sube una imagen o un vídeo del juego a la Deepweb. En contadísimas ocasiones se ha subido el juego (antes dije que nadie lo había vuelto a ver, pero en verdad debí decir “casi nadie”) a la Deepweb, pero jamás volvió a aparecer en la web regular, donde sí se han filtrado (en poquísimas ocasiones) imágenes y vídeos del juego, pero siempre han desaparecido en menos de dos horas, mientras que las imágenes y vídeos en la Deepweb han tardado hasta unas cinco horas en desaparecer, y lógicamente lo mismo se aplica al juego en las veces que fue subido. Como se ve, parece que hay una especie de “casa de brujas”, que todo un grupo de control ha sido asignado para velar que el condenado hack del juego no se conozca… ¿Por qué?, ¿acaso interesaría tanto esconder gore fuerte, violaciones y esas cosas? Ninguna organización poderosa destinaría tanta energía a algo tan concreto a menos que tuviese algo comprometedor, si entienden a lo que me refiero…

Anteriormente les dije que un primo mío (muy respetado en varias comunidades hackers) me contó que el FBI era la poderosa organización detrás de la desaparición del vídeo. Les había dicho que nadie sabía bien por qué, que existían hipótesis como que el vídeo tenía una secuencia que amenazaba la imagen del FBI, o que Boshi15 les dio información valiosa a los del FBI a cambio de que retirasen todo, pues él era el violador vestido de Luigi. Bueno, ahora tengo algo nuevo: la segunda hipótesis es falsa, la primera es parcialmente falsa. Me explico: supuestamente, y esto solo apareció en poquísimos de los vídeos del juego pues tenías que ganarlo para verlo, hay una secuencia fílmica que muestra a un agente de la CIA dando una explicación acerca de un poderoso sistema de guerra psicológica, un método basado en determinadas proporciones matemáticas usadas en la combinación de ciertos tipos de imágenes y de sonidos, factible de ser empleado para inducir trastornos mentales, alucinaciones y otras cosas. En ese fragmento, el agente de la CIA dice que Smile.dog no era un creepypasta, que existió la imagen original pero fue retirada, y que esa imagen era un experimento social para poner a prueba el devastador método de guerra psicológica. Por consiguiente, se comprende que la hipótesis primera era solo parcialmente falsa pues, si el hack de Mario compromete la reputación de la CIA, podría (esto es una posibilidad) comprometer al FBI en tanto que la gente tiende a asociarlos. Pero bueno, hay algo peor, y es que Boshi15 usó el método de guerra psicológica en su juego, pero de una manera muy sutil, orientándolo para que, quien jugara el juego o viera vídeos o imágenes del mismo, se volviera sádico aunque sin caer en el crimen. Como han de imaginar, esto funcionaba más que todo en quienes jugaban, en los otros no siempre.

Y bien, ya les conté que yo mismo tuve la dudosa suerte de ver un vídeo del hack, que mi primo hacker me lo mostró pues él lo había encontrado y guardado en un disco duro externo y en varios cds, que a mí me dio un cd haciendo prometer que no lo vendería, copiaría o subiría a la red; y que, si ustedes deseaban uno, debían contactarlo y pagarle mil dólares, aunque era muy poco probable que aceptara vender una copia o siquiera admitir que sabía algo del asunto. Antes les dije que podían intentar contactar con mi primo a gato_con_botas1916@hotmail.com, un correo que tiene su Facebook correspondiente. Ya me dijo mi primo que algunos intentaron contactarlo, pero que nadie lo convenció y que por eso ni se tomó la molestia de responder. Lo que antes no les dije, y debí hacerlo, fue que el vídeo los volvería un poco sádicos. Yo ahora suelo azotar gatitos bebés con mini látigos de plástico, me hago pasar por psicópata y les digo (de mentira, para disfrutar su miedo) a chicas adolescentes que las sorprenderé en la calle, las drogaré y les haré cuanto quiera, etcétera. ¿Qué por qué no les advertí? Evidentemente porque no sabía, ahora que lo sé quise no decirles para disfrutar sádicamente el saber que podrían volverse sádicos, pero mi conciencia aún es fuerte y me detuvo… Bueno, baste ya, terminaré con detalles del juego en sí mismo, reescribiendo lo que yo mismo dije la primera vez que hablé del tema, y agregando cosas secundarias que pueda haber omitido esa vez:

Cada vez que el primer Bowser los derrota, deben ver una escena sin poder pausar el juego: en ésta verán a Bowser acercándose lenta y pesadamente a una puerta manchada de sangre  al fondo de un corredor, viendo todo desde atrás de Bowser, que de vez en cuando se voltea y mira hacia atrás… Este Bowser no es aquel al que están acostumbrados: es realista, repulsivamente realista. Tiene una mirada demasiado humana, repleta de crueldad, que a veces abandona su seriedad y muestra el destello de alegría psicópata propia de grandes asesinos seriales; además, sus colmillos son más delgados, más numerosos, más largos, y están cubiertos de sangre, la textura de su piel (de tono “blanco hueso”) es como piel de anciano mezclada con piel de reptil, y la maldad que reflejan sus facciones (matizadas de un grotesco toque humano) está tan bien hecha que no encuentro palabras para describirla… Bien, ya al final del corredor, Bowser abre la puerta, por unos dos segundos todo se pone negro, y después ven un cuarto de torturas, todo en cámara subjetiva, como observando todo desde los ojos de la persona que será torturada.

Esa persona que será torturada es una chica de unos 15 años, e inicialmente no saben quién es; hasta que, en imágenes que dan a entender que se trata de un flash back, aparece Peach desnuda, repleta de heridas (de mordidas, de latigazos, de golpes, etc) y atada a un palo de madera. Después, continuando en ese flash back, ven a Bowser acercarse lentamente, con mirada lujuriosa y sádica a la vez. Para su desgracia, de pronto dejan de ver todo en cámara panorámica, y empiezan a ver en cámara subjetiva, como desde los ojos de Peach. Entonces ven que Bowser, que está de frente sonriendo perversamente, les acaricia la pierna con las garras, cortando suavemente… Peach grita, y después Bowser abusa carnalmente de ella (sí, ven esto con detalles, como viviéndolo). Finalmente, cuando acaba toda esa atrocidad, pasan a un flashback que muestra lo que sigue de lo anterior, nuevamente viendo todo en cámara subjetiva. Ahora ven todo desde los ojos de un bebé que está naciendo de Peach, que Bowser agarra con repugnancia y asco, y pone frente a un espejo (ahí verán a un ser entre humano y reptil, tan horrendo como algunos de los bebés mutantes de youtube). Después acaba el flashback y vuelven al presente, otra vez a la cámara de torturas, mirando todo desde los ojos de la chica de 15 años. ¿Quién es la chica? Lo descubren cuando Bowser la ve, se ríe y trae un espejo: es el bebé repugnante del flashback, con los mismos ojos morados, extrañamente dulces en su rostro espantoso. Posteriormente Bowser llama a Mario, que está enyesado pues ha sido derrotado (recuerden que solo ven todo esto si pierden la batalla). Cuando Mario entra traído por dos sombras que parecen magikoopas alargados y humanizados, Bowser le dice que tendrá el honor de ser parte de las torturas diarias de su “vomitiva hija”, y entonces le ordena a su hija (ustedes siguen en cámara subjetiva) que devore a Mario, lentamente, sin hacerlo morir rápido, causándole tormento. Al devorarlo, vuelven a modalidad de juego, pues el jugador ejecuta a Mario, decide el estilo con que éste será comido, y debe hacerlo suficientemente bien como para acumular un mínimo de 7.5/10, so pena de ser forzado a repetirlo hasta aprobar. Si aprueban, Bowser llamará a unas abominables criaturas que parecen mezcla de humano con reptil, aunque con predominancia de esencia humana. Son tres, y todos tienen los tiernos y avellanados ojos morados de la hija de Bowser: ya imaginan por qué… Estos pequeños engendros corean “¡trae al shy-guy, trae al shy-guy!”, hasta que Bowser silva y entonces un hammer bro (una de esas tortugas con martillo) entra y trae esposado a un shy-guy rojo, que gime mientras Bowser se aproxima, para finalmente detenerse frente a él, mirarlo, reír a carcajadas, y arrancarle la máscara (los shy-guys usan máscaras) y la cara. Esta escena es sencillamente asquerosa, porque parece real la carne sanguinolenta que se ve cuando Bowser le arranca la cara al pobre ser, que se queda parado unos segundos, cae al piso, y entonces todo se pone negro y el jugador vuelve al mundo del primer Bowser, teniendo que intentar vencerlo nuevamente…

Lo que he contado es insignificante en comparación con muchas otras atrocidades que se ven en las secuencias de vídeo de este juego; y, si bien los retoques de los distintos mundos (en los que el jugador se mueve) asustan poco frente a las secuencias de vídeo, son de todas formas una magnífica muestra de arte enfermo y macabro.

Bueno, ya doy esto por terminado y me despido del lector. No sé si en el futuro pueda conseguir más información sobre este maldito hack de Mario64, pero les recomiendo investigar por su cuenta. Y es que no, no es un creepypasta, es la realidad, pero solo a través de fingir que es un creepypasta he podido difundir los atroces hechos que he expuesto hoy…

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ORIGEN: Sabemos que este creepypasta es la continuación de una historia que apareció por primera vez escalofrio.com, y que después fue puesta en pasarmiedo.com No se sabe nada antes de eso, pero es muy probable que el creepypasta se inspire en el hecho de que efectivamente hay hacks algo macabros y sangrientos de Mario, concretamente de Super Mario World. Así mismo, también el creepypasta podría haberse inspirado en parte en otro anterior, que suele aparecer titulado como “El cartucho maldito de Mario 64″

El Suicidio de Calamardo

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Este episodio maldito no fue creado por Nickelodeon: en él, vemos a un Calamardo deprimido tras los abucheos que recibe al tocar en un concierto nocturno, un Calamardo que va ahogándose cada vez más en la pantanosa desesperación, hasta terminar con su miserable vida al estilo de Kurt Kobain, no sin que antes se intercalen fotos de un crimen horrendo y misterioso…

Esta creepypasta ha sido presentada en muchos sitios web y en diversos vídeos, usualmente con variaciones que han dado lugar a que existan varias versiones de la misma, aunque lo esencial de la historia se ha conservado en todas las variantes. Aquí presentamos la versión más cruda y escalofriante del creepypasta:

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La experiencia de un interno en los Nickelodeon Animation Studios

Antes de contar las cosas horribles que vi, debo decirles que se decepcionarán si esperan una respuesta a lo que verán al final, pues sencillamente no la hay.

Y bien, comenzaré diciéndoles que fui interno en los Estudios Nickelodeon durante el 2005. No me pagaban ya que estaba haciendo mis pasantías (prácticas profesionales previas a la obtención del título) para poder graduarme en la carrera de Animación, y desgraciadamente las pasantías casi nunca son pagadas.

Aunque no lo crean, los adultos no suelen ver un buen trabajo en lo que me tocó hacer en Nickelodeon, aunque casi cualquier niño habría dado media vida por estar en mi lugar. A mí me tocó ir con editores y animadores, y siempre tenía que ver los capítulos nuevos antes de que saliesen al aire.

El punto es que acababan de terminar una película de Bob Esponja, pero pasaría mucho tiempo antes de que se iniciase la siguiente temporada de la serie, ya que el staff entero tenía bloqueada la creatividad. Sin embargo, la verdad es que el retraso no tuvo que ver tanto con esa falta de ideas como con algo bastante perturbador: El Suicidio de Calamardo.

En efecto, hubo (en principio por la falta de creatividad) un problema con la elaboración del primer episodio de la siguiente temporada, tan grande que retrasó todo por meses. No obstante, el equipo de trabajo encontraba maneras de desestresarse en medio de la complicada situación, y una de esas era creando bromas inspiradas en las series animadas. Así, un día estaba en el cuarto de edición con los principales animadores y los directores de sonido, e íbamos a hacer el corte final de lo que aparentemente sería el primer episodio de la nueva temporada de Bob Esponja; pero, antes de que lo hiciéramos, nos llegó una copia de lo que en teoría era el episodio Fear of a Krabby Patty, solo que estaba alterado y tenía un título falso de tono humorístico, tal y como, según supe, sucedió con el episodio Rock a by Bivalbe (en el cual Patricio y Bob adoptan una ostra), cuyo título fue cambiado (en la copia alterada, no en la versión que salió al aire…) por “Cómo no funciona el sexo”… Y pues, la verdad es que a mí no me agradaban mucho estas bromas, y esta vez, cuando vi el falso título de Squidward’s Suicide (El Suicidio de Calamardo), pensé que era una broma macabra de mal gusto, cosa que quizá también creyeron algunos, como un compañero que emitió una risa seca. En todo caso, permanecimos sentados a ver qué mostraba la pantalla…

Al igual que siempre, al comienzo se escuchó la musiquita alegre en que sale el pirata cantando esa archi conocida letra de “Vive en una piña debajo del mar” y todo lo que sigue y los niños se saben de memoria. Después, ya en el episodio como tal, aparece Calamardo tocando su clarinete, equivocándose en algunas notas y haciendo reír al fisgón fastidioso y amarillo de Bob, cuyas carcajadas irritan al amargado molusco, que se detiene abruptamente, se asoma a la ventana y le grita a Bob, pidiéndole que se calle y le deje practicar para el concierto que tiene en la noche. Bob, amable como siempre, accede y se va con Patricio a ver a Arenita. Tras esto, se ve la pantalla de burbujas (las burbujas que ascienden, generalmente antes de un salto temporal en el capítulo) y aparece Calamardo, justo en el final de su concierto.

Es ahora cuando todo se enrarece; ya que, mientras Calamardo toca al final del concierto, se repiten unos cuantos cuadros sin que se repita el sonido, que parece continuar por sí solo hasta que se alinea con las imágenes en el momento en que Calamardo termina de tocar, y la multitud murmura y seguidamente lo abuchea, pero no en la forma en que estas cosas pasan en la serie: se oían igual que abucheos reales y cargados de malicia. En cuanto a Calamardo, él estaba de pie, asustado y nervioso, viendo a la multitud que lo reprobaba con crueldad, y en cuyo centro estaba Bob Esponja. Este no era el Bob inocente que conocemos: sus ojos eran muy reales (sin ser montaje fotográfico) y detallados, más que lo que se esperaría de una CGI. Eran ojos de pupilas rojas, de mirada amenazadora y perturbadora. En este punto el asunto nos confundió, porque nunca gastaban tanto trabajo en bromas y eso nos hizo pensar que efectivamente pensaban mostrarles eso a los niños. Lo primero que se me vino a la mente fue La Vida Moderna de Rocko, una serie animada de Nickelodeon que a veces mostraba escenas bien grotescas, a pesar de estar concebida para que los niños la pudiesen ver. Sin embargo esto ya se pasaba, al menos para mí y mis compañeros, según pude suponer por cómo se veían entre sí…

Después de los ojos rojos de Bob, hubo un fundido en negro y la escena cambió, dando a entender un salto de tiempo hacia adelante. Ahora veíamos a Calamardo sentado en el borde de su cama, con cara de estar sufriendo mucho. Por la ventana de su habitación se veía la noche, dándose a entender que todo eso estaba pasando poco después del concierto. Extrañamente, no se oía ningún sonido ni nada de música, y Calamardo permaneció sentado en la misma posición con su cara de “quisiera estar muerto”, durante treinta segundos (literalmente) en los que únicamente parpadeó un par de veces, sin mover las manos, las piernas, o parte alguna distinta a sus párpados…

Tras los treinta segundos, algunas lágrimas empezaron a brotar de los ojos hinchados de Calamardo, cayendo lentamente por sus mejillas, a la par que el silencio absoluto se rompía con un sonido de brisa en medio del bosque, lo cual era desconcertante porque todos saben que no hay bosques cerca de la casa de Calamardo…

Todo empeora aún más cuando de pronto Calamardo se cubre la cara con las manos, y rompe en un llanto profuso y dolorido, llorando en relativo silencio por un minuto en que el sonido del viento parecía intensificarse. Posteriormente, poco a poco la pantalla se fue acercando a la cara de Calamardo, y su llanto se fue volviendo cada vez más fuerte, adolorido y cargado de ira. Este proceso podía notarse claramente en intervalos de diez segundos y, en una parte, la pantalla pareció doblarse sobre sí misma, volvió a la normalidad en un segundo, y entonces el sonido del viento en el bosque se volvió más potente, casi como el imponente y continúo rugido de un huracán.

Pero lo peor era el llanto de Calamardo: no parecía venir de los speakers (los que hacen las voces y sonidos de los personajes), era demasiado real y de tal condición que aparentemente provenía de “otra parte”… Si quieren duden o crean que estoy sugestionado, pero yo les juro que, al menos en ese entonces, Nickelodeon no tenía equipos de sonido o de edición de sonido capaces de producir un llanto con ese efecto acústico que le hacía oírse como viniendo de otra parte…

También, algo que llamó mi atención fue una risa que se escuchó apenas dos veces, acústicamente bajo el viento y el llanto de Calmardo. Esa risa nunca se escuchó por más de un segundo (era algo como un “¡haha!” corto, seco y cruel) en las veces que se oyó durante esos treinta segundos, tras los cuales la pantalla se puso borrosa, se torció bruscamente, y “algo” parpadeó sobre ella, tan rápido que no se supo qué fue.

En ese instante, el editor principal dio pausa a la animación, y retrocedió, cuadro por cuadro, a ver si ese “algo” que parpadeó era un cuadro de vídeo que intencionalmente pusieron por solo una fracción de segundo, a fin de que no se viese. Y sí, lastimosamente era eso, y no era nada creado por dibujantes de estudio: era la foto de un niño de aproximadamente seis años, que yacía muerto en ropa interior, con la carita deformada y ensangrentada, un ojo que le colgaba del rostro (a la altura de la mejilla, suspendido por un ligamento), y el estómago abierto, con las tripas salidas y parcialmente desparramadas sobre lo que parecía ser el pavimento de algún camino. Adicionalmente, la sombra del fotógrafo podía verse en la imagen, sugiriendo que probablemente él era el asesino… Nadie dijo nada, solamente nos miramos, con una mezcla de indignación, temor, asco e incredulidad. El editor principal hizo un gesto para ver si ya podía continuar, quitando la pausa al vernos asentir con la cabeza.

Otra vez seguía allí Calamardo, pero solo se le veía la mitad del cuerpo (no es que lo habían cortado, simplemente no se mostraba su mitad inferior). Ahora lloraba mucho más fuerte que antes y las lágrimas se le mezclaban con gotas de sangre que brotaban de sus ojos horrendamente hinchados por el tormento. Era espantoso aunque al mismo tiempo espléndido por la calidad de la imagen, que exponía unos ojos tan reales que uno sentía que se mancharía los dedos de sangre si los tocaba en la pantalla. En cuanto al viento, ahora sí que se oía como un huracán, que zarandeaba los árboles y les partía las ramas, según daban a entender los increíbles efectos de sonido. Y la risa de barítono profundo, esa que antes solo se escuchó dos veces, ahora se oyó más veces y durando más. Esto duró unos veinte segundos, tras los cuales la pantalla volvió a doblarse sobre sí misma y otra vez algo pareció parpadear, sugiriendo que se trataba de otro cuadro de vídeo ocultado. Nuevamente el editor puso pausa, pero solo buscó el cuadro perdido tras comprobar que los espectadores deseaban ver qué había, aunque supiesen que el horror les esperaba.

Sí, de nuevo la misma atrocidad pero con otra víctima: una niña pequeña en ropa interior, de aproximadamente seis años, tirada sobre un gran charco de sangre en el pavimento, con la espalda hacia arriba y la cabecita volteada hacia un lado, deformada y ensangrentada, con el ojo izquierdo en el pavimento, bien cerca de su boquita destrozada, levemente unido a la cuenca por un ligamento. Aquel pequeño ojo celeste, pese a estar en el suelo, tenía el iris apuntando al cielo, a manera de última súplica al Creador que de seguro la recibió ese mismo día. Esta niña había muerto peor que el niño, pues sus tripas aún frescas (según se adivinaba por el leve reflejo del sol en las membranas que cubrían las entrañas de la pobre criatura) salían por la espalda, a través de dos enormes huecos que el monstruo homicida le había hecho cerca de la columna, y por los cuales alcanzaban a divisarse los pulmones. Igual que en la primera imagen, la sombra del fotógrafo se veía. Su forma y tamaño eran idénticos a los del primer fotógrafo: debía tratarse del asesino…
Esta segunda fotografía mórbida casi me hizo vomitar, e indujo a salir corriendo, tras romper en llanto, a la única mujer del equipo. Debimos parar en esas condiciones, pero nos miramos y le pedimos al editor que continuase.

Vimos entonces a Calamardo, que lloraba cubriéndose la cara, hasta que tras cinco segundos se calló y se quitó las manos del rostro, dejando ver sus ojos inyectados de sangre, que latían cual cerebro en una cabeza abierta durante una operación. Por diez segundos Calamardo estuvo así, con la mirada fija en un sitio que no estaba fuera de él, sino adentro, en el negro mar de sentimientos y pensamientos que le inundaba toda el alma, ahogándola en el mismísimo fondo de la miseria. Transcurridos los diez segundos, Calamardo volvió a llorar pero sin cubrirse los ojos: ahora sus lastimeros lamentos eran fuertes y agudos, y se entremezclaban con terribles alaridos, mientras la sangre y las lágrimas salían torrencialmente, con tanta abundancia que ya parecía una pesadilla. A la par, el sonido del viento, que misteriosamente no se escuchaba, volvió con su suave fuerza inicial, junto a una risa de voz profunda. Después la pantalla se dobló sobre sí misma y apareció el parpadeo causado por el cuadro de vídeo omitido, que esta vez duró algo más pero igual no habría podido verse si no fuese porque el editor puso pausa. Creímos entonces que esta vez la fotografía duraba cinco cuadros, y el editor retrocedió hasta lo que pensaba que era el cuarto cuadro de los cinco que duraba la supuesta fotografía. De nuevo vimos a un niño en ropa interior, aparentemente muerto, de unos seis años de edad aproximadamente. La diferencia estaba en que esta vez se veía a una gran mano humana sujetando las tripas del niñito, como si estuviese sacándolas. El niñito, como las otras dos víctimas, estaba boca arriba en el pavimento, sobre su propia sangre, con el estómago abierto. Mirándonos con los ojos algo humedecidos, el editor avanzó al siguiente cuadro, y se vio lo mismo pero la mano estaba ligeramente más arriba. Al percatarse de aquello, el editor regresó al primer cuadro de los cinco que supuestamente ocupaba la fotografía, y yo me quebré al comprobar que no era una foto sino un pequeño fragmento de vídeo. Fue horrible, no pude evitar vomitar un poco y que se me salieran un par de lágrimas. El pequeño fragmento de vídeo mostraba a la mano levantando lentamente las tripas, con la sangre caliente escurriéndosele entre esos dedos gruesos, toscos y malvados. Pero lo más terrible, lo más abominable no era eso: uno de los ojos (el derecho) del niño estaba junto a su cabeza, fuera de la cuenca y en el pavimento, aún unido a su dueño por un frágil ligamento; el otro, puesto en su lugar, miraba con terror infinito a la mano, moviéndose ligeramente a fin de no perderla de vista, y parpadeando en los dos últimos cuadros (cosa que en principio no notamos)… Nadie dijo nada pero todos estábamos atónitos. El editor nos miró y, en vez de quitar la pausa dijo que debíamos esperar a Stephen Hillenburg, creador de la serie.

Esperamos un par de minutos pero Hillenburg recién apareció quince minutos después, de modo que, aproximadamente a los cinco minutos de haberlo esperado, pedimos al editor que quitara la pausa, que después Hillenburg podría ver todo.

Al retomar el vídeo, vimos de cerca el rostro de Calamardo, mirándonos fijamente por unos tres segundos. Posteriormente la imagen se abrió y observamos a Calamardo a mayor distancia, de tal modo que podía verse que efectivamente seguía allí sufriendo en su habitación, pero ahora tenía una escopeta en la mano derecha…

Lo decisivo vino cuando una voz, que no se sabía de dónde provenía, dijo con tono terminante y autoritario: “Hazlo”. La voz quizá estaba fuera de Calamardo, o quizá representaba a su voz interna, a su propio pensamiento, tal vez a la manera de las voces que escuchan los esquizofrénicos. Sea cual sea el caso, Calamardo alzó la escopeta, abrió la boca, metió el cañón del arma casi hasta su garganta, se quedó así unos tres segundos como si dudase o luchase contra su miedo, y después apretó el gatillo, de modo que la nube de perdigones le reventó la cabeza, haciendo que numerosos trozos de cerebro y hueso salpicasen en la pared de fondo, contra la cual se estrelló al ser empujado por el arma en el momento del disparo.

Los pedazos de masa encefálica se veían tan reales, y en los últimos cinco segundos se vio el cadáver de Calamardo tumbado contra la pared que estaba atrás de su almohada. Estaba medio inclinado hacia la izquierda, con prácticamente toda la cabeza ausente, al menos desde la parte superior de la boca hasta arriba; sin embargo, debido a la ligera orientación hacia un lado que tenía la escopeta cuando se suicidó, uno de sus ojos aún podía verse, colgando (como los ojos de los niños) a la altura de su mejilla, mirando fijamente hacia el suelo… Ese fue el final del monstruoso episodio que nadie sabía de dónde demonios salió, ni siquiera quienes lo trajeron, pues no lo habían visto antes…

Como era de imaginarse, Stephen Hillenburg quiso ver el episodio cuando apareció. Muchos se retiraron cuando el maldito vídeo empezó a rodar de nuevo, tanto por el horror de las imágenes como por la reacción que probablemente Hillenburg tendría, y tuvo, pues estaba indignado y enfurecido con la monstruosidad en que habían transformado a su inocente serie. Ahora, y una vez que el editor consiguió calmar a Hillenburg, se llamó al CTO para que analizara el vídeo, y se informó a la Policía a ver si encontraba algo relativo a las fotos. Lo cierto es que el CTO determinó que el vídeo estaba lleno de material nuevo, que todavía nadie encuentra información relativa a los niños muertos, que no se sabe quién trajo el vídeo y quién lo creó (no necesariamente fue el asesino, y quizá hay más de un sujeto detrás del Suicidio de Calamardo), y yo, en lo que a mí respecta, me sigo arrepintiendo de haber visto por segunda vez el vídeo, porque hasta la fecha me encuentro a Calamardo y a las fotos de niños muertos en mis sueños, llenándome de una desesperación que a veces me tienta a hacer lo mismo que el pobre Calamardo…

Y bien, esta es la historia del Suicidio de Calamardo, algo que hasta la fecha no tiene explicación, y que quizá nunca la tenga.